Rodrigo Elgueta desde el Festival del cómic de Angoulême: “En Chile tenemos mucho que decirle al mundo, y estoy trabajando en eso”
El dibujante chileno está presentando “Los años de Allende” y “Nosotros los Selknam” en la capital mundial del cómic, en el sudoeste de Francia. Además, realizará conferencias y charlas en La Sorbona de París, en colegios de la región de Bretaña y viajará al Sur de ese país.
Dirac / Paola Wachter / Periodista.
Llegó desde París en tren a la capital mundial del cómic, donde hasta este domingo se llevará a cabo el Festival Internacional de la Historieta de Angoulême 2023, el más influyente y prestigioso de Europa en su tipo. Cientos de personas se acercan a esta ciudad del sudoeste de Francia, movidos por la pasión que profesan a las Bandes Dessinées. Por estos días, allí se encuentra el profesor de artes, dibujante e ilustrador chileno Rodrigo Elgueta y coautor –junto con Carlos Reyes– de la premiada novela gráfica “Los años de Allende” y la obra recién traducida al alemán “Nosotros los Selknam”.
“Es un privilegio poder estar aquí”, señala un entusiasmado Rodrigo Elgueta, tras visitar el Museo del Cómic, donde se pueden apreciar colecciones auténticas de grandes autores de distintas partes del planeta. Esa fue la primera actividad que realizó nada más llegar a Angoulême, que lleva meses de meses preparándose para recibir a aficionados y profesionales del llamado “noveno arte”. Bares, restaurantes, panaderías, farmacias y las calles mismas hacen un giño o directa alusión a este gran evento. La ciudad está más viva que nunca. “Es impresionante como todo gira en torno al cómic”, dice el autor.
Histórica, artística y rodeada de murallas, esta ciudad es el primer destino de la gira que protagonizará el dibujante chileno durante casi un mes por Francia. Su recorrido incluye presentaciones y firmas de la edición en francés de “Los Años de Allende” (Otium Ediciones) y “Nosotros los Selknam” (ILatina Ediciones) en los stand de ambas editoriales desplegadas en el Festival al que asisten más de 250 mil personas cada año. “Poder estar en el Festival de Angoulême es por el trabajo de DIRAC y de ProChile”, cuenta Elgueta.
También el autor realizará conferencias y charlas en París, con colegios de la región de Bretaña –como la portuaria Lorient– y a determinados lugares al Sur del país. “Una actividad muy importante es una charla en La Sorbona con gente que está estudiando temas de Latinoamérica”, destaca el dibujante e ilustrador, cuando está a tan sólo días de asistir al evento apoyado por ProChile e, institucionalmente, desde la División de las Culturas, las Artes, el Patrimonio y Diplomacia Pública (DIRAC).
Lo mismo ocurre con la charla en Maison de Citoyen, el 3 de febrero, que este autor sostendrá con residentes para hablar de “Los años de Allende”, la premiada novela gráfica que revive una época crucial de nuestro país y que ha sido traducida a otros idiomas, como
al portugués y al coreano amparada por el Programa de Apoyo a la Traducción para
Editoriales Extranjeras de la DIRAC del Ministerio de Relaciones Exteriores en su propósito de que obras nacionales traspases los límites geográficos y barreras culturales.
¿Qué significado tiene participar en el prestigioso Festival de Angoulême, que este 2023 cumple 50 años de existencia?
Es un privilegio, porque, primero, uno nunca se imagina que va a llegar a un festival como éste; segundo, la posibilidad de que mi trabajo se pueda dar a conocer a autores y al público en general, pero también me permite romper prejuicios, porque nosotros en Chile mirábamos el cómic francés como algo inalcanzable. Además, teníamos ideas preconcebidas de que a los franceses les gustaba un tipo de comic, con un estilo de dibujo, con un guión, y no es así. Ahora hemos descubierto que les atraen muchas maneras de hacer cómic, estilos distintos e historias diferentes. Que Ilatina haya sacado algo relacionado con los Selknam y Otium, sobre la política de nuestro país, nos habla de que ellos están muy interesados en Latinoamérica. Debemos sacarnos de encima esos prejuicios que tenemos los autores de Chile y hacer nuestras propias historias. Para mí ha sido un incentivo darme cuenta que en Chile tenemos mucho que decirle al mundo y, por lo menos, yo estoy trabajando en eso.
La difusión de “Los años de Allende” sé está dando en un contexto de relevancia: Cuando se cumplen los 50 años de la muerte del ex presidente. ¿Crees que esto añade valor a tu trabajo?
Por supuesto. Yo creo que a nivel internacional se va a estar muy atento a cómo Chile va a tratar este periodo; va a haber más gente interesada en lo que ocurrió, en nuestra historia. En mi anterior viaje a Francia la gente me preguntaba sobre el proceso constituyente que estábamos viviendo. Ellos estaban muy atentos a lo que iba a ocurrir con la Constitución. Políticamente el tema está muy vivo y los jóvenes están interesados en conocer, porque también están aprendiendo de su propia historia. A lo mejor es salir de esta gran historia que se entrega desde las escuelas para tratar de investigar desde otra mirada la historia de sus locales. Entonces, van descubriendo muchos nexos, procesos que son similares. Es significativo, por lo menos para mí, estar aquí en los 50 años del golpe hablando justamente de este periodo acá, en Francia. Yo sé que este libro va a estar en el tapete en muchos lugares. No sólo en Francia. Ya hay conversaciones con otros países.
Llama la atención que historias que aparentan ser tan locales, procesos políticos y sociales vividos en Chile, tengan tanta acogida y éxito fuera de este país.
Sí, uno saliendo de Chile se da cuenta que son historias que afectan al planeta. Es decir, lo que ocurrió el ‘73 es algo que afectó al planeta. Porque, en el fondo, políticamente hizo que este experimento de Allende, de llevar a través de los votos a un gobierno socialista, fue un experimento; y que haya sido derrocado, también, por otro experimento, que es el neoliberalismo. Chile ha sufrido dos experimentos que han repercutido en el planeta en general. Entonces, esto hace que historiadores, psicólogos, jóvenes que estudian desde la antropología, la política, economía… estén mirando lo que ocurrió (…) son historias que nos unen a todo el planeta (…) En el caso de “Nosotros los Selknam”, que haya sido editado en Corea, da cuenta de que son historias en las que hay alguna conexión, además de empatía. Lo que vivieron ellos, muchos pueblos del planeta pasaron por lo mismo. La misma experiencia y la reivindicación que está viviendo la gente que se siente sobreviviente y descendiente de los Selknam, la están viviendo mucha gente y pueblos a nivel planetario. Y la cosmovisión tiene mucho en común.
Existe un auge de las historietas, según el mundo editorial y la prensa.
¿Qué tan real es eso? ¿y podría estar contribuyendo al éxito de tus propuestas?
Estoy absolutamente de acuerdo. El mundo editorial a nivel mundial tiene claro de que ha habido un alza impresionante de lectura en manga, que es el nombre que recibe el cómic en Japón. Creo que en Chile todos los papás y mamás se han dado cuenta de que sus hijos están leyendo cómic japonés, que está en todas partes. Eso hace que la lectura de cómic empiece a masificarse y, de rebote, algunos jóvenes empiecen a llevar sus lecturas a otras áreas.
El cómic que estoy trabajando yo ahora, que tiene que ver con la memoria histórica, el área más política, de todas maneras que gana con eso: porque finalmente el cómic es un formato, como puede ser el cine y la literatura. Todos los temas pueden trabajarse en formato cómic. Todo se puede contar. Entonces, quien lee cómic va a querer también ampliar sus intereses.
Es una forma más fácil y atractiva de aprendizaje y profundización de ciertos contenidos que no lo son tanto.
Seré bien radical. Yo creo que la relación que hay entre la imagen y el texto nos ha acompañado desde el paleolítico, desde el momento en que el ser humano empezó a hacer arte. La unión imágenes-ideas ha estado siempre presente. En un momento la escritura nos permitió acompañar con texto las imágenes. Pero el ser humano inevitablemente cuando junta dos imágenes va a hacer una conexión, y eso es el cómic: es unir dos imágenes al narrase algo. Yo, cuando hago cómic, narro con imágenes y eso es natural al ser humano. Siempre están unidos.
De estilos, trazos y proyectos
¿Cómo surgen tus obras como proyecto literario de mayor calado y trascendencia?
“Nosotros los Selknam” es el primer libro con el que partimos con Carlos trabajando en un gran proyecto. Habíamos hecho otras cosas, algo policial, de terror, pero yo viví en Punta Arenas y hacía historias cortas relacionadas con los Selknam. Un editor mexicano se dio cuenta que en cómic nada se había narrado sobre la dictadura militar y los Selknam y nos invita a hacer ese proyecto. Cuando decidí aceptarlo, noté inmediatamente la responsabilidad que significaba eso. El tema está muy vivo en Chile y teníamos que ser lo más objetivos posibles. La objetividad no existe, pero si tratar de narrar con mucho fundamento los hechos que íbamos a seleccionar. Seleccionamos algunos momentos de la historia con estos personajes ficticios que van contando lo que van observando. En un momento estábamos trabajando paralelamente “Los años de Allende” y “Nosotros los Selknam”. Y así surge, pero siempre tomándolo con mucha seriedad y responsabilidad, porque intuíamos que iba a ser importante para muchas personas. Pero nunca nos imaginábamos lo que iba a ocurrir años después. Incluso pensábamos que iba a ser algo solamente para Chile, porque era un poco a lo que uno estaba acostumbrado, a hacer cómic para Chile.
No debe ser fácil ajustarse a los hechos, investigar realidades políticas complejas.
Todavía la historia la tenemos muy presente. Está al interior de las familias. Yo con “Los años de Allende” descubrí que hay familias que no lo conversan, porque es muy fuerte. Es muy sensible. Entonces, bajo este parámetro, teníamos que tomarlo con mucha seriedad (…) Carlos organizó la información en 10 hitos y esa fue la base de la obra. Se dejaron cosas afuera.
Hablabas de la dificultad de valorar nuestros estilos de cómic con cierta justicia ¿Cómo definirías el tuyo?
Yo soy más realista. A mí me gusta el realismo. Es lo que me nace de manera natural y creo que ese realismo donde los retratos y los paisajes y las escenas trato de ajustarlas a lo que nosotros observamos. Lo suavizo con agua de tinta china, porque es mucha información. Visualmente son páginas pesadas, entonces las suavizo con agua, con el difuminado en lápiz grafito, que técnicamente me encanta, justamente porque puedo dar los difuminados y los trazos rápidos que me dan la expresividad que busco. Una mezcla de realismo y efecto gráfico rápido. Me siento muy cómodo en eso. (…)
“Los años de Allende” me obligaba a recrear la época, los rincones de Santiago. Caminé bastante por Santiago y saqué fotografía para que las personas reconocieran a los personajes históricos. Si yo hablaba de un dirigente social de la década de los ‘70, tenía que retratar a ese personaje. Ese fue un gran reto. Me gusta hacer retratos, así que no sufrí; al contrario, me gustaba. Ahora google tiene un banco de imágenes que es maravilloso, que ayuda mucho.
Además, con Carlos hacemos un muy buen equipo, y una cosa importante, que yo agradezco bastante, es que él respeta mucho mi opinión y mis decisiones, y viceversa. Entonces hemos formado una buena dupla, en la cual nos respetamos mutuamente y nos damos espacios en las que yo pueda intervenir el guión y él recomendarme cosas en el dibujo.
¿Qué proyectos tienes por delante?
Estoy trabajando con dos novelas gráficas: Una de Víctor Jara, con un guión de Carlos, en el que yo también participo, pero también estoy haciendo una historia guionizada por mí de una temática policial. Es una historia de peritos, profesionales del área científico técnico de la policía. En esa área estoy trabajando.
Y ahora mismo te encuentras en el Festival de Angoulême, firmando libros, contando sobre Chile y pensando en postular a alguna residencia dedicada al cómic. No suena malo.
Estoy en una situación privilegiada, honestamente, y tengo que hacerme responsable de este momento (…) Si no fuera por DIRAC y ProChile, estar acá, en esta situación, sería mucho más difícil. Poder estar en el Festival de Angoulême es por el trabajo de DIRAC y de ProChile, que ha sido constante, y que se ha comprometido con el mundo de la historieta, conmigo y otros autores.
Y, además, están las traducciones realizadas al amparo del Programa de Ayuda a las Editoriales Extranjeras de la DIRAC que permitió que la aplaudida novela gráfica “Los años de Allende” fuera traducida al coreano y al portugués y, “Nosotros los Selknam”, al alemán.
Me atrevería a decir, sin tener mucha conocimiento, que los otros países de Latinoamérica han aprendido de ProChile y de lo que ha hecho DIRAC. Justamente estoy alojando en una casa con la editorial ILatina, donde hay otros autores, un argentino y otro uruguayo, y estamos conversando cómo ambos países están destinando dinero para las traducciones de novelas gráficas a otro idioma. Que bueno que se ‘pegue’, que se esté propagando esto y ojalá que a toda Latinoamérica.
Destacamos...
Elgueta y DIRAC
“Yo he participado en ferias del libro con invitación de DIRAC. Desde el primer momento que se publicó ‘Los años de Allende’, DIRAC inmediatamente se fijó en mi trabajo; se dieron cuenta de que podíamos ser un aporte para la imagen país. Yo agradezco mucho eso. Igualmente a ProChile. Ambas instituciones me han mostrado como una especie de ‘embajador cultural’. Me siento súper responsable, porque tuvieron la sensibilidad tan necesaria de darse cuenta que una persona desconocida y en un área que no es muy conocida, como es el cómic, podría ser un aporte para intenacionalizar lo que está haciendo Chile”.